Hoy en día podemos hablar de “Agile” no solo como una metodología sino como una filosofía de trabajo. Gracias a la metodología agile, muchas empresas tras la pandemia de Covid-19 han podido llevar a cabo el teletrabajo en un tiempo récord sin perder objetivos.
Pero antes de llegar a este punto de inflexión que ha sido la pandemia mundial veamos cómo se llegó a implementar esta metodología ágil como forma de trabajo en los equipos de desarrollo de software.
La metodología agile como forma de trabajo
La evolución y mantenimiento del software a lo largo del tiempo ha cambiado a una velocidad vertiginosa. Como consecuencia, estos cambios y evoluciones constantes han provocado que se persigan continuamente formas de trabajar óptimas y eficaces.
A diferencia de otros proyectos, en el campo de desarrollo de software el diseño previo no es tan importante como el de una construcción. En la ingeniería clásica, hay unos planos y un diseño que una vez comenzado el trabajo pocas veces varía. En el caso de la ingeniería del software, en sus comienzos se intentó replicar la forma de trabajo de la ingeniería clásica. Esta forma de trabajar terminaba con un producto final en el que el feedback del cliente era “Esto no es lo que necesitábamos” o “Esto no es lo que queríamos”.
La experiencia en este tipo de desarrollos nos dice que es muy difícil especificar los requisitos en una primera fase y tener un primer diseño bien documentado y analizado. Generalmente, cuando construimos un software hay muchos aspectos que no se conocen. Hasta que no se trabaja en su implementación y se ven las primeras versiones, no se conocen. En la práctica son los usuarios los que van a terminar de definir el proyecto, de ahí la importancia de ir trabajando por fases y que se revise constantemente.
La metodología ágil lo que intenta es involucrar al cliente, y al equipo de trabajo, desde el comienzo y en cada una de las fases. Al revisar cada fase, entendiendo por fase lo que es realmente un entregable funcional, hace que se reduzcan los riesgos, se vean nuevos requisitos y se perfeccionen los ya existentes. La estrategia se va modulando según los objetivos del cliente y se asegura que le producto final sea exactamente lo que el cliente quiere y necesita. Garantizando así una experiencia de cliente óptima.
Por todo esto, nace la gestión de proyectos de manera ágil. Con esta metodología de trabajo, los errores se detectan en fases iniciales del proyecto y no al final, de forma que pueden ser resueltos con menos esfuerzo y coste.
Metodologías ágiles y trabajo en equipo
Hoy en día, gracias a esta forma de trabajar, el equipo puede organizarse para entregar el trabajo con rapidez y calidad en un mundo donde las necesidades de los clientes y sus prioridades cambian a una velocidad cada vez mayor. Evitando desarrollos innecesarios y ese malestar que quedaba tanto en el cliente como en el equipo de desarrollo.
Pero no todos los proyectos y todos los clientes se adaptan de la misma manera a esta forma de trabajar. Cuando estás implicado en muchos clientes y proyectos completamente dispares tienes que adaptarte. Aumentar el poder creativo de cada una de las fases es clave en estas metodologías.
Uno de los puntos fuertes es que permite que el equipo se organice desde el principio. Además, que sea partícipe de todo lo que hay que hacer y cuándo hay que hacerlo. A esto hay que añadir la gran ventaja de que todos se hagan responsables de su parte, aprendan a organizarse y cooperen para conseguir un objetivo común.
A veces con estas metodologías se habla mucho de calidad del producto entregado, de clientes satisfechos, costes y fechas de entrega cumplidas. Pero poco se habla de lo que supone para un equipo de trabajo hacer, deshacer y rehacer parte del software una y otra vez. Existe la sensación de no llegar a ninguna parte e invertir parte del tiempo en tareas que no eran necesarias.
Gracias a la madurez que se consigue en los equipos de trabajo con este tipo de metodologías se ha podido hacer frente al cambio radical que produjo el Covid-19 en el mundo laboral. Entre otras cosas en el mundo laboral del desarrollo del software nos ha llevado a cambios como:
- El abandono de las oficinas físicas.
- La flexibilización de la jornada laboral.
- El uso de herramientas colaborativas.
Unir la autogestión de las metodologías ágiles y todas las herramientas que nos permiten por medio de una llamada estar en comunicación con el resto del equipo. En lo que ahora se definen como equipos de trabajo virtuales, se puede hablar de éxito. Antes cualquiera podía poner en tela de juicio todo esto. Ahora mismo está más que demostrado que se puede mantener una comunicación fluida en equipos virtuales y llegar a objetivos.
Este entorno de confianza que se había ganado en los equipos de trabajo cambió. Gracias a esta cultura ágil, provocó que los resultados para gestionar prioridades, innovar y delegar fuera todo un éxito. Ahora ya no solo tenemos un teletrabajo por una pandemia, tenemos un teletrabajo que ha llegado para quedarse. Las metodologías ágiles mantienen unido a un equipo en la distancia, les permite organizarse y asignarse el trabajo de manera eficaz. Ser flexible entre ellos permitiendo decisiones acertadas en cada momento y en cada fase del desarrollo.
Aún en la distancia, cada persona del equipo está motivado por que se sienten con voz y voto dentro de un trabajo en equipo. Un trabajo en equipo que tras este último año de pandemia se ha fortalecido. Ha demostrado que las metodologías ágiles no solo han sobrevivido, sino que salen reforzadas tras una crisis y acelerando aún más la hiperdigitalización.
Hoy en día no solo se persigue que el desarrollo, el cliente y la herramienta tengan el foco del proceso. No solo se quiere tener a un cliente satisfecho, también queremos tener un equipo feliz. Tener empleados felices significa tener personas amables, motivadas y comprometidas. Esto se traduce en un equipo más productivo que consigue mejores resultados y con ganas de mejorar día a día.